Jordi Colomer. Prohibido cantar / No Singing. (Obra didáctica sobre la fundación de una ciudad paradisíaca). martí peran
En las antiguas cámaras frigoríficas del Matadero de Madrid, al fondo de un tenebroso espacio, siete puertas impolutas dan acceso a un corredor que conduce a una nueva cámara oscura en la que, otras tantas pantallas dispuestas como pancartas, reproducen distintos fragmentos de la película que narra la fundación y la caída de la ficticia ciudad paradisíaca de Eurofarlete. Sobre cada pantalla se proyectan en loop capítulos de distinta duración, de forma que los diversos episodios construyen una narración discontinua en la que tan pronto es posible avanzar hacía el final del relato de una forma ortodoxa, como avanzar hacía el principio de la historia.
Avanzar hacía el principio parece una contradicción insalvable, pero cabe recordar que hay una suerte de tácito consenso que considera el oxímoron como el mejor recurso retórico para señalar las complejidades y tensiones que caracterizan a la situación contemporánea. La afirmación simultánea de una idea y la contraria, no pretende expresar un insensato imposible sino que, por el contrario, representa el único recurso para mantener abierta una contradicción sin la necesidad (modernista) de sintetizar los polos opuestos en una solución dialéctica ponderada. Así es como se tambalean las viejas definiciones cerradas y categóricas y, en su lugar, podríamos instruirnos en un conocimiento más complejo y cargado de lícitas infecciones Será por ello que, en efecto, la producción cultural pertinente viene explorando con insistencia epígrafes como la “libertad opresiva”, la “identidad alterada” o las “casas móviles”. En esta misma estela, el trabajo reciente de Jordi Colomer se enfoca hacía los pormenores del inquietante oxímoron que también parece abrigar la evocación de una “ciudad paradisíaca”.
La comprensión de la ciudad ha oscilado entre la versión que acentúa su inercia hacía una buena forma capaz de acoger distintas versiones del contrato social o, por el contrario, la ciudad se ha interpretado como el territorio natural de los conflictos, los antagonismos, la informalidad y los flujos ingobernables. Sin embargo, la complejidad que acontece en el interior de la ciudad contemporánea exige analizarla desde la simultaneidad con la que se despliegan estas dos líneas de fuga, de manera que habrá que conceder que la ciudad sólo se convertirá en recinto de lo feliz, en la misma medida que economías del deseo e ideas de lo justo distintas de las hegemónicas la subviertan permanentemente. No hay ciudad, por insensata que sea su formulación, que no aspire a ser el paraíso para sus ideólogos, así como no hay paraíso alguno susceptible de resolverse en el intramuros de ninguna ciudad ; pero es esta misma tensión la que permite que entre ambos extremos se contenga la definición de todos los lugares posibles, en ocasiones desplazados hacia lo diurno (L’Avenir,2011) y en otras esquinados hacia lo más oscuro.
Prohibido cantar / No Singing (Obra didáctica sobre la fundación de una ciudad paradisíaca) reconstruye la fundación y decadencia de la oscura ciudad de “Eurofarlete”. La secuencia de referencias que sustenta esta pequeña epopeya es impecable : En 1930 Bertold Brecht se aplica en narrar el Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny, una distopía capitalista anclada en el desierto que vaticina el auge de Las Vegas tras la legalización del juego en 1931. En 2008, un sospechoso consorcio desarrolla el proyecto Gran Scala en el desierto español de los Monegros, afectando el territorio de la ciudad de Farlete, célebre hasta entonces como heroica línea del frente republicano ante el avance de las tropas fascistas cuando, en Las Vegas, las ruletas ya empezaban a girar a toda velocidad. En 2012, cuando este desmedido proyecto se descarta definitivamente, el magnate Sheldon Adelson, propietario de Las Vegas Sands Corporation, comunica que la gran ciudad del ocio Eurovegas se instalará en los alrededores de Madrid, garantizando una inversión económica de tal magnitud que la clase política no puede hacer más que exhibir su desvergüenza respondiendo con toda suerte de excenciones tributarias y legislativas. La sombra más siniestra de la “lección de Las Vegas” , que tan lucidamente fué premonizada por Brecht, ha resultado tan larga que acaba por imponerse como modelo soberbio de la ciudad plegada a la especulación del capital. Todos estos ecos confluyen en la instalación de Jordi Colomer para las cámaras frigoríficas, oscurecidas por el hollín de un viejo incendio, del antiguo Matadero de Madrid.
La película de Jordi Colomer registra el “ascenso y caída “ de la precaria Eurofarlete en el mismo desierto de los Monegros, azotado por un viento seco y atroz, tan amenazante como el destructivo huracán que se cernía sobre Mahagonny y que incitó al personaje Paul Ackermann a exigir la cancelación todas las prohibiciones que garantizaban el correcto funcionamiento de la ciudad: si hasta la fecha todo “Se prohíbe” , la cercanía del fin exige invertir las reglas radicalmente hasta celebrar la absoluta permisividad. Esta misma ambivalencia desideologizada frente al poder del becerro de oro, expresada mediante citas literales del texto brechtiano, arruina también la ilusión de Eurofarlete. De acuerdo al bucle que señala todo oxímoron , quizás la construcción narrativa de esta ruina, en realidad, solo representa el momento de una detención, un episodio concreto de una dinámica que todavía ha de ensayar nuevos paraísos infernales.