Sabotaje (Planfeto)
Advertencia: la lectura de esta nota requiere un conocimiento previo, aunque sea de carácter panorámico, de los trabajos de Núria Güell que aquí se mencionan.
Es bien conocido como las utopías piratas del siglo XVIII inspiraron a Hakim Bey la imperativa necesidad de liberar áreas de tierra, de tiempo y de imaginación para fundar nuevos enclaves libres (1) . Pero así como las “zonas temporalmente autónomas” (TAZ) representan una explícita formalización de una “máquina de guerra nomádica” que alimenta su fuerza en su constante proceso de desaparición, hoy parece más imprescindible que nunca retomar la efectividad de las herramientas de choque directo, aquellas que ahora podrían reconocer su genealogía en los sabotajes de los míticos Ned Ludd y el Capitán Swing en los albores de la industrialización. Este viraje desde la invisibilidad hacía la confrontación responde, en primer lugar, a la totalización de la violencia con la que el capitalismo neoliberal suspende el derecho y se constituye así como enemigo político y, ante todo, responde a la legitimación del odio como potencia de réplica frente a esa misma violencia.
El odio a la máquina decimonónica podía canalizarse con unas viejas zapatillas capaces de estropear sus engranajes; pero el capital ya no opera y se expande mediante simples ruedas dentadas sino que lo hace mediante dispositivos hipersofisticados, en los que se conjugan distintas “praxis, saberes, medidas, enunciados e instituciones cuya meta es gestionar, gobernar, controlar y orientar los comportamientos” (2) . Esta diseminación absoluta del campo de batalla conlleva a su vez la necesidad de multiplicar los frentes de acción para determinar las operaciones del sabotaje – necesariamente también sofisticadas – ya sea en la esfera económica (Aplicación Legal Desplazada # 1: Reserva Fraccionaria, 2010-2011), la esfera jurídica (Ayuda Humanitaria, 2008-2012; Aplicación Legal Desplazada # 3: FIES, 2011-2012) o la esfera policial (Aportación de agentes del orden, 2009) del dispositivo monstruoso.
La diversidad de los frentes de acción, sin embargo, no implica en absoluto la necesidad de singularizar las armas para la batalla. La herramienta del sabotaje, en todas y cada una de las esferas del gigantesco dispositivo que ha de ser interrumpido, es siempre el desplazamiento por inversión mediante el cual la violencia del dispositivo revierte sobre sí mismo, tal y como sucedía cuando se utilizaba la misma fuerza de rotación del engranaje saboteado para provocar la definitiva fractura de la antigua máquina. Así, toda suerte de contratos y documentos oficiales (permisos de residencia, contratos de trabajo, reglamentos jurídicos…) que ahora habrían de servir para sellar distintas medidas de control, se convierten en certificaciones de una interrupción que bloquea ese mismo control y abren la brecha para numerosos ataques: inmigrantes ilegales que restituyen su visibilidad (Fuera de juego, 2009), policías que asisten al seguimiento de sus propios delitos (Aportación de agentes del orden), pisos desahuciados que se abren de par en par (Intervención, 2012), mecanismos financieros del expolio legal que se reorientan para la expropiación de sus propios fondos de capital (Aplicación Legal Desplazada # 1: Reserva Financiera), métodos de tortura que salpican a sus propios impulsores (Aplicación Legal Desplazada # 3: FIES), célebres atracadores que esconden el plan de robo en las cajas de seguridad de su propio objetivo (Aplicación Legal Moral Desplazada # 1: Crecimiento Exponencial, 2010-2012) o incluso – mucho más sutil pero de igual importancia en la afrenta a la esfera moral del dispositivo – prostitutas que se convierten en los más severos y acertados jurados sobre aquello que concierne al amor (Ayuda humanitaria).
El desplazamiento por inversión, al actuar en el interior de los aparatos del mismo dispositivo objeto del ataque, garantiza la consecución de daños; sin embargo, esto solo supone una victoria pírrica, un simple arañazo en el cuerpo de un gigante. A nadie se le escapa. Pero esta limitación no cancela la potencia emancipatoria que reside en estos sabotajes. En efecto, en el proceso de desplazamiento se ponen en juego una serie de habilidades y saberes que si antes fueron capturados y encerrados en el dispositivo, ahora son devueltos al territorio de la acción libre y pagana (3) : la capacidad de desaparecer se desplaza desde el ámbito represivo al juego desinteresado (Fuera de juego), la destreza del cerrajero se desplaza desde el cierre de espacios a su liberación (Intervención) o la habilidad para generar capital se desplaza desde la avaricia acumulativa a la restitución justiciera (Aplicación Legal Desplazada # 1: Reserva Financiera). El resultado de esta liberación de saberes antes atrapados, convierte a las operaciones de sabotaje en mecanismos de restitución, en procesos mediante los cuales se abre la posibilidad de un regreso de la subjetividad plena, reconquistando en una nueva esfera de experiencias ajenas a la lógica del dispositivo, una nueva y legítima visibilidad , legalidad y voz propia. Podrá decirse, de nuevo, que la dimensión de esta restitución es solo pasajera (el contrato de trabajo es temporal, el permiso de residencia vulnerable y el preso continua encarcelado) pero cualquier acción de sabotaje, más allá del explícito debilitamiento ocasional del enemigo, contiene también una poderosa dimensión simbólica capaz de fundar una específica ecología de la violencia por la cual, cada máquina estropeada o cada arañazo al dispositivo, se convierte en el anuncio de que todo podrá ser de un modo distinto.
1. Hakim Bey. TAZ.The Temporary Autonomous Zone. Ontological Anarchy, Poetic Terrorism. Autonomedia, Brooklyn, NY. 1991.
2. Giorgio Agamben. Che cos’è un dispositivo?. Nottetempo. Roma, 2006.
3. De acuerdo a la argumentación de G. Agamben (Ob.Cit), la única estrategia factible frente al dispositivo consiste en profanarlo; es decir, en el rescate de aquello que había sido consagrado dentro del dispositivo. En esta tesitura, el sabotaje se convertiría en la más efectiva modalidad de profanación y su consecuencia sería el desarrollo de experiencias paganas mediante el uso irreverente de las hostias (con)sagradas por el dispositivo.