Ibon Aranberri. Organigrama. Fundació Antoni Tàpies,Barcelona. Martí Peran
Organigrama es una exposición transparente, en la que distintas instalaciones se conjugan en el espacio expositivo, dejando al descubierto las infinitas intersecciones posibles entre ellas y exhibiendo por igual los procesos de trabajo y los resultados estacionales (a día de hoy y en el aquí de la exposición) de cada obra. La exposición toda es pues una partitura de dinámicas entrópicas, un escenario sobre el que los trabajos se ordenan y se derrumban, se recombinan y se multiplican. Excelente modo de recordarnos que todavía puede repensarse el dispositivo exposición de un modo inteligente que sirva , ya no para neutralizar las obras bajo una presentación sellada, sino para ahondar en su potencial narrativo. Los relatos que se conjugan en Organigrama, aún siendo muchos y dispares, no se organizan bajo ninguna jerarquía. En este sentido, es por igual una exposición sobre lo escultórico, una reflexión sobre la violencia civilizatoria y , al menos, una drástica negación de la idea misma de paisaje.
El substrato sobre el que Ibon Aranberri piensa lo escultórico es de raíz minimalista, pero desde los trabajos más remotos ( Home & Country. Cinco estantes para la casa de cultura de un barrio obrero, ahora desprovistas de información.1999) esa referencia se inyecta de una dimensión política ajena a la pura fenomenología del minimal art histórico. Ya no se trata solo de explorar la diversidad que puede desarrollarse frente a la escultura como objeto real experimentado, sino de provocar también múltiples colisiones entre las formas y los estratos de significación que las atraviesan. Found dead (2007) es bien explicita al respecto : un obelisco desmenuzado en piezas numeradas pone en evidencia como la lógica de lo monumental , tan cara para la acción estatal, a pesar de apuntar hacia la síntesis entre significación y localidad, en realidad participa de una dinámica industrial y reproductiva por la que la memoria se convierte en un producto seriado de tecnología política. Esa misma perspectiva es la que organiza Gramática de meseta (2010), un trabajo que documenta los desplazamientos de construcciones monumentales obligadas por la construcción de megaproyectos, certificando así la vulnerabilidad del lugar y de todas las huellas de tiempo que sobre él pudieran inscribirse.
Esta constatación de que el territorio ya no puede concebirse como naturaleza sino como campo de batalla, es la narrativa más explícita de las que Organigrama pone en juego. En efecto, la exposición remite constantemente al análisis de las grandes actuaciones humanas sobre el territorio natural. Política hidraúlica (2004-2010) se compone de unas ochenta fotografías aéreas de pantanos y embalses que dan cuenta de las alteraciones y heridas que las infraestructuras cometen sobre el paisaje. A su vez, Mar del Pirineo (2006) materializa un paisaje inundado mediante una maqueta de topografía invertida. Ambas perspectivas – la que desciende y la que asciende – redundan en la misma conclusión : la civilización es también una barbarie sutil , de trazo sinuoso, con halos de progreso, pero violenta al fin y siempre constructora de ruina. El eco de Robert Smithson en esta lectura de las relaciones entre naturaleza y cultura es así, al menos, tan nítido como el de la Anti Form de Robert Morris para con lo escultórico.
El resultado último de esta constelación de relatos es la deconstrucción de la idea de paisaje como construcción social y cultural ajena a la inmanencia de la naturaleza. En Exercices on the North Side (2007) esta conclusión es apabullante: un entorno abrupto de nieve es sometido a una gestión fílmica, a una edición tecnificada y a una experimentación que, aún manifestándose todavía inútil frente al sublime poderío de la naturaleza, podría acabar por ofrecerla velada.