Sobre perder el tiempo
Ulrich, el “hombre sin atributos”, rumia con precisión y lentitud la “utopía exacta”: aceptar que “no sabe en qué emplear su día” a pesar de que ello supone “un acto inmoral frente a las personas seriamente ocupadas”. Muy cerca, Bartleby se arriesga – I prefer do not – con el experimento extremo de la contingencia absoluta: ser sin hacer nada. Pero sólo Clément Cadou es capaz de pasarse la vida considerándose un mueble(1).
“En el cielo, las miríadas de estrellas no trabajan, no hacen nada que las subordine a empleos; sin embargo la tierra exige el trabajo de cada hombre, le obliga a agotarse en interminables trabajos”(2) . Es la condena que asemeja el sudor del trabajo con el dolor del parto, sellada al consagrar el oro a la actividad útil y provechosa. Si los aztecas admirados por Bataille malgastaron “inútilmente” el material precioso en funciones estéticas, nuestro fundamento moral de raíz protestante instruye en la necesidad de una ocupación productiva que permita acumular riqueza. Bajo esta consigna, el capitalismo aceleró el cierre del cielo estrellado. El tiempo del hombre se allanó como tiempo productivo y el “sabbat” , cancelada su función como tiempo para los dioses, se convirtió exclusivamente en la pausa para el descanso que habría de garantizar una eficaz vuelta a la rentabilidad.
Pero Ulrich, el hombre de hoy, “se considera extraño a si mismo tanto en estado de reposo como en estado de actividad”(3) . En una noche como esta no se distingue ya a ninguna estrella por cercana que pudiera estar. La última cultura del capital ya no se fundamenta solo en la producción sino básicamente en el consumo y eso nos convierte en trabajadores a tiempo completo. Ya no hay siquiera un trabajo ordinario sino una constante “agitación”. En esta tesitura el reto es saber abstenerse de toda actividad productiva y reconocerse, al modo de Ulrich, como esencialmente desocupado. La “redención ya no es una tarea sino una verdadera vacación sabática”, donde la vida sin forma y las formas sin vida coincidan (4) . La exacta utopía de Ulrich lo convierte en Bloom, “el hombre sin interés”(5) .
“En la época y el lugar dónde todo el mundo tiene reloj…y nadie tiene tiempo”, Raquel Friera registra durante ocho horas (una jornada laboral completa) el trabajo (el actor esta remunerado) planeado por el protagonista para desocuparse. La filmación se acompaña de un reloj indicando al espectador el tiempo restante de proyección, cual guiño al público para que decida libremente si esta en condiciones de redoblar con su presencia esta situación de perdida de tiempo. “Aprovechar el tiempo! Desde que empecé a escribir han transcurrido cinco minutos. Si no sé si los he aprovechado,¿qué sabré de los otros minutos?” (6)
1.Robert Musil. El hombre sin atributos. Vol. I Seix Barral Barcelona,1993. p.301. G. Agamben “Bartleby o De la Contingencia” en Preferiría no hacerlo. Bartleby el escribiente de.Herman Melville, seguido de tres ensayos sobre Bartleby de Gilles Deleuze, Giorgio Agamben y José Luis Pardo. Pre-Textos.Valencia,2000. pp. 121-122. George Perec. Retrato de un escritor visto como mueble, siempre. Madrid,1973.
2.Georges Bataille. El límite de lo útil. Losada. Madrid,2005.p.21
3.R.Musil. Ob cit. p.181
4.Giorgio Agamben. La comunidad que viene. Pre-Textos. Valencia, 2006 p. 94.
5.Tiqqun. Teoría del Bloom. Melusina. Barcelona, 2005. p.28
6.Fernando Pessoa. Poemes d’Alvaro de Campos. Edicions del Mall. Barcelona,1985.p.179